Allende en su laberinto
La semana
pasado, fui al cine para ver la película Allende en su laberinto con mis
hermanos chilenos y Maria. Yo he aprendido mucho sobre la presidencia de
Allende en mi clase de Memoria Historia y, en la clase pasada, aprendí sobre
los eventos en el día del golpe de estado. La película era sobre lo que hizo
Allende durante el 11 de Septiembre. Es basado en un libro se llama El General
en su Labirinto de Gabriel García Márquez.
Durante la
película, sentí que estaba mirando una película de ficción. En los Estados
Unidos, tenemos muchas películas sobre el fin del mundo en que hay explosiones
en el White House. Allende en su laberinto era parecida a estas películas
radicales. Había tanques en las calles y bombas en la moneda. A diferencia de
las películas estadounidenses, sin embargo, las personas bombardeando la moneda
no eran extranjeros de espacio ni enemigos de otros países sino chilenos. Siempre
lloro en películas históricas pero no pude durante esta porque no podía creer
que era un evento en la historia de Chile.
Al final de la
película, había un momento de silencio y luego todos los jóvenes empezaron a recoger
sus cosas y salir la cine diciendo cosas como, “¡Que buena esta película!” y
“Que cuática!” La gente más vieja, sin embargo, no se movió. Tuve un momento
para ver las caras de la gente más vieja y me di cuenta que la película era su
realidad. Para ellos, no era un evento en la historia de Chile- era un evento
en sus vidas. Empecé a llorar saliendo el cine.
Marcha estudiantil
Sí pudiera traer
algo de Chile a los Estados Unidos, no sería pastel de choclo ni empanadas
(aunque me encanta los dos) sino las marchas nacionales. Fui a la marcha
estudiantil con mi hermano chileno para ver los eventos y aprender más sobre la
funcionalidad de la sociedad de Chile. A primera, estaba muy nerviosa porque mi
participación era ilegal. Creía que era ilegal porque las marchas estaban
violentas y peligrosas. Aunque había algunas personas con piedra e intenciones
violentes, la marcha fue una experiencia muy positiva y pacífica. Sentí que Santiago
era en una ciudad unida por la educación de los estudiantes.
Empecé a pensar
más en la marcha estudiantil cuando escuché sobre lo que estaba pasando en
Baltimore, Maryland. Cuando la policía rompió la espalada de un negro inocente,
había motines violentes en la ciudad en contra del racismo y la violencia de la
policía. Creo que los motines violentes ocurren cuando la gente sienta que el
gobierno no está escuchándose y no tenga otras opciones. Los motines son tan
radicales porque la participación pública en la vida política en el forma de
marchas nacionales casi no existe en los Estados Unidos. Hay marchas pero son
muchos más pequeños y no son típicos.
Creo que las
marchas pueden ser una herramienta para unificar el país. La marcha estudiantil
no era tan específica a un partido político. Todos se juntaban para criticar el
sistema educativo. También fue una oportunidad para involucrar los jóvenes que no
podían votar. Mientras que este en Chile, seguiré a participar en las marchas y
espero que, cuando vaya a D.C., puedo traer esta mentalidad chilena conmigo.
Estrés y la salud mental
Antes que mi
viaje a Chile, muchas personas me dijeron que esta experiencia cambiaría mi
vida. No tenía duda que un país nuevo con personas nuevas tenía el poder para
cambiar mi vida pero no sabía cómo me cambiaría. Ahora, después de casi tres
meses, no me siento diferente. No puedo sentir ningún cambio pero, cuando
pienso en mi mentalidad antes que Chile y después de tres meses, me dio cuenta
que mi vida y la manera en que yo pienso han cambiado.
Washington D.C.
es muy conocido como una ciudad que no duerme. Todos los estudiantes hacen
muchas cosas cada minuto de cada día. Hay una idea que, si no estás estresado,
no estás haciendo nada con tu vida. El estrés es igual al éxito. En Chile, tuve
que aprender cómo hacer nada. A veces, me junto con amigos y no hago nada- solo
conversamos y pasamos tiempo junto. Además, mi familia chilena entiende que el
estrés es una cosa mala, no una indicación de trabajo duro. Se puede tener
éxito en tus clases, mantener amigos buenos y también estar feliz. Creo que,
mentalmente, estoy mucho más sana.
Aunque me
encanta George Washington y Washington D.C., había días allí en que no quería
despertarme porque estaba tan estresada y cansada. En Chile, por otro lado, tal
vez no quiero despertarme porque estoy floja pero nunca me despierto con
tristeza. Cuando vuelvo a los Estados Unidos, no quiero cambiar de nuevo y
volver a una vida estresada. Voy a tomar tiempo para hacer nada y disfrutar la
vida y las cosas que estoy aprendiendo.
¿Qué significa para ser estadounidense en otro
país?
Este
fin de semana, me di cuenta que, en Chile, no soy Becky sino una representación
de mi estado, mi universidad y mi país. Entendí que existían estereotipos muy
negativos sobre los Estado Unidos, pero creía que las personas educativas no
creían en estereotipos. Nunca había imaginado que tuviera que defender mi país a
un grupo de estudiantes de la católica.
Fui
con CAUC a San Pedro de Atacama con muchos otros estudiantes. Algunos eran de
Chile, Estados Unidos, Alemania, Bélgica y Holanda. A primero, estuve muy
animada para estar con un grupo tan diverso. Creía que era una oportunidad para
aprender y comparar culturas distintas. De hecho, este era el caso con algunas
personas. Mis amigos nuevos chilenos y holandeses quería saber más sobre la
vida estadounidense y yo igual aprendí mucho sobre Chile y Holanda. Dos chicas,
sin embargo, (una de Alemania y una de Bélgica) tuvieron opiniones súper
fuertes y muy negativas sobre los EE.UU., y no querían aprender la verdad. Me
dijeron cosas como “no entiendo cómo funciona tu sociedad con tanto racismo,” y
“cuando pienso en los EE.UU., pienso en la obesidad.”
Mi
amiga chilena se dio cuenta de que ellas eran un poco crueles, y me dijo que
nadie elige su país pero todos tienen que ser orgulloso de su país. Creo que el
amor para su país es un parte importante para mejorar su país. Con las dos
chicas horribles, nunca pretendí que los EE.UU. era perfecto ni el mejor país
del mundo. En lugar de esto, respondí a sus estereotipos con información educativa.
No se puede generalizar los EE.UU. porque todos los estados y todas las
personas son distintos. Voy a hacer un esfuerzo consiente para no juzgar otras
culturas, especialmente la cultura chilena. Me gustaría tener una mente abierto
para que nunca ser como estas dos chicas horribles.
Englitch y Spanitch
Fui a Chile para
aprender español. Ahora, no hablo español sino chileno. Digo cosas como “weon”
y “cachai” sin pensar en lo que estoy diciendo. Tal vez, cuando estoy cansada,
no pronuncio las palabras muy bien. Digo, por ejemplo, “Estado Unido” o “Vamo
al mercao.” Estoy repitiendo lo que oigo sin pensando en las consecuencias. Un
día, estaba hablando con una mujer en una tienda sobre Chile o, como ella dice “Tchile.”
Pensé que este era la pronunciación correcta de la palabra y empecé a hablar
así. Lo que no me di cuenta era que estaba haciendo una declaración social con
mi pronunciación de palabras.
En mi clase de español, aprendí sobre las
distinciones entre las pronunciaciones de la gente “cuica” y la gente “flaite.”
Cuando su idioma es parte de su clase, sea casi imposible a escapar clasismo y discriminación.
Yo sé que el sonido “sh” es considerado un sonido de la clase baja y, por eso,
cuando voy a San Joaquín, siempre hay personas que venden “sutchi” y “super otcho.”
Entiendo que es una estrategia para vender comida a las estudiantes que son,
por mayor parte, muy ricos, pero igual me caen mal. De hecho, tal vez, me
enoja.
El otro día, estaba carreteando con amigos
chilenos y ellos estaban practicando su inglés. Un hombre dijo, “I speak
englitch.” Yo sentí que tuve que corregir a él. Le dije, “Repitame- shhhh.” Él
y todos sus amigos estaban muy incomodos. Mi amigo no era clasista ni una
persona mala, pero igual le dio vergüenza para hacer este sonido.
Aunque es bueno para repetir español de
otras personas para aprender, hago un esfuerzo para que usar el sonido “ch” en
lugar de “tch” porque no quiero perpetuar estereotipos ni clasismo.