Antes que el viaje
a Chile, yo sabía que iba a extrañar algunas cosas: mi familia, mis amigos y
mis gatos. También creía que iba a extrañar a comida y lugares que solamente
podía acceder en Los Estados Unidos. Tenía razón- extraño mi familia y cosas
como donuts pero no me molesta mucho. Lo que extraño más que algo es eficiencia.
Siempre creía que
yo era una persona muy paciente. Nunca estoy enojada cuando tengo que esperar
en una fila al supermercado o un restaurante. En Chile, sin embargo, tengo que
esperar para cosas diferentes y necesito acostumbrarme a sistemas menos
rápidos.
Por ejemplo, en
los EE.UU. cuando quiero imprimir algo, voy a la biblioteca y puedo imprimir en
casi dos minutos. En Chile, siempre voy a la sala crisol para imprimir, pero el
proceso siempre es diferente. Tal vez las computadoras funcionan y tal vez no
funcionan. El único tiempo que lloré un Chile fue cuando traté a imprimir y el
proceso tomó dos horas. No podía entender lo que el hombre detrás del escritorio
estaba diciendo. Le molestaba muchísimo porque no entendía y, por eso, él no
quería ayudarme.
No soy la única
persona que quiere sistemas más eficientes y razonables. Le molesta los
chilenos también. Hay profesores que habían pedido por tecnología mejor para las
clases y nunca la recibieron. Cada día en Los Estados Unidos, no estoy pensando
en eficiencia. Nunca se piensa en eficiencia hasta no la tiene nada más.
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